viernes, 28 de octubre de 2011

Capítulo 12


-Es un chico encantador, os lo juro –decía Ashley con ojos soñadores. Suspira –Ha sido una tarde muy romántica.
-Puaj –Sarah hace gesto de vomitar por detrás de su hermana –No sabía que fueses tan cursi…
-A mí me parece muy dulce –sonríe Alice.
-A mí me parece un capullo –replica Danni. Él se había apuntado a escuchar la cita de su amiga, pero si llega a saber que iba a estar metido en una charla de chicas sobre sentimientos paso a paso, se la hubiese ahorrado.
-El único capullo aquí eres tú –responde seca.
-¡Venga ya! ¿Aún no me crees? ¿Cuándo te he mentido? –pregunta enfadado.
-¡Cada vez que salgo con alguien! –se levanta de golpe - ¡Me dijiste que Robb Nilson sólo quería salir conmigo para poner celosa a Lindsay Morgan!
-¿Y qué? Al final acabó saliendo con ella, ¿o no? –pregunta suspicaz.
-¡Eso no tiene nada que ver!
-¡No te mentiría sobre algo tan grave!
-¡Lo único que pasa es que estás celoso!
-¿Celoso yo? ¿Y por qué iba a estarlo?
-¡Porque yo salgo con alguien genial y tú no!
-¡Oh, por favor! ¡Yo salgo con quien quiero, no hay quien se me resista!
-¡Egocéntrico! ¡Nosotras nos resistimos!
-¡Tú no durarías ni dos minutos si yo fuese detrás de ti!
-¿¡Pero qué te crees?! –se pone colorada.
-¡Lo que oyes!
-¡Jamás caería en tus redes de patético casanova!
-¿¡Eso crees?! ¡Eso lo veremos! ¡Ashley Andrush voy a enamorarte!
-¡Eso no va a pasar aunque lo intentes durante mil años! Y aunque pasase, ¿qué? ¿Qué vas a hacer después? ¿Te enrollarás conmigo y luego me dejarás?
-Eh… no había pensado en qué hacer después… -se sienta de nuevo en el sofá con actitud claramente pensativa… dejando a los demás con los ojos abiertos de par en par. -¿Qué?
-¿Cómo que qué? –pregunta Lucy sorprendida -¿Qué vas a hacer?
-Para empezar voy a convencerla de que ese tío es un capullo. Y luego no sé… creo que me tomaré un flan –sonríe.
-A veces no sé por qué te hablo –Ashley también se sienta frotándose los ojos por el cansancio.
-Porque soy adorable –la abraza por los hombros -¿Podéis dejarnos solos?
  Las chicas se levantan enseguida.
-De verdad que estoy preocupado Ash –dice el chico escondiendo la cara entre el pelo de su amiga.
  La chica intenta serenar los latidos de su corazón. Está segura que si sigue así, Danni podría oírlos. Por suerte, dejó de ponerse roja por cosas así hace un par de años.
-No tienes porqué… Te juro que es un buen tío –asegura.
-No lo es, Ashley. Si no estuviera convencido de ello no te lo diría –la mira a los ojos. Está cerca, muy cerca de ella. Su garganta se seca y un sudor frío la recorre de arriba abajo.
-Por favor… -su voz suena muy débil- Déjame que cometa mis propios errores… No podéis estar protegiéndome siempre…
-En este caso sí –se acerca un poco más. El rubio se sorprende a sí mismo oliendo el pelo de la chica. Un olor a vainilla le inunda las fosas nasales. Con una mano le acaricia uno de los mechones del flequillo, apartándoselo de los ojos y colocándolo detrás de su oreja.
  Ante la caricia, la chica se echa a temblar. De hecho, le tiemblan tanto las rodillas que, está segura que de haber estado de pie, no habría podido evitar caerse. Lo mira a los ojos. Esos ojos grises que tanto le atraen. Él también mira los suyos. Y como si se hubiesen puesto de acuerdo, ambos miran los labios del otro. Se acercan aún más si es posible. Sus labios se tocan, apenas un roce, pero sirve para ponerles los pelos de punta. Una descarga los recorre por todo el cuerpo y, sorprendidos, se separan. Danni se pone en pie y Ashley lo sigue con la vista.
-Bueno –carraspea nervioso –no vuelvas a salir con él. No es, ejem, bueno para ti…
  Y sin más que decir, se da la vuelta y se va. La chica de ojos azules no puede tenerlos más abiertos. ¿Qué demonios acaba de pasar?
 
  Sarah entra en la biblioteca. ¿Qué hace ahí? Es algo que ni ella misma sabe. Se pierde entre las estanterías. Mira los libros que tanto le gustan a su hermana y a una de sus mejores amigas. No las entiende. Ella prefiere leer lo justo y necesario. Alice también lee… pero sólo novelas de esas super románticas que la harían vomitar. Ríe por lo bajo. Hay alguien más a quien le gusta leer tanto como a sus amigas. Su cara se transforma en una mueca. Él otra vez. Va a empezar a volverse loca. Ahora incluso lo ve delante de ella. Pestañea un poco. ¡Ah, no! Lo está viendo de verdad.
-¿Qué tal princesa? –susurra.
-¿Princesa?-pestañea confusa.
-La princesa de hielo… así te llaman ahora, ¿no? –está muy frío, algo muy raro en él.
-Tú nunca me has llamado así…
-Es que he pensado que el título te queda bastante bien –sonríe de lado. La chica lo mira, incrédula. ¿Qué demonios está queriendo decir? -¿Qué haces en la biblioteca?
-Paseo –se encoje de hombros.
-Ya me parecía…
-¿Qué leches te pasa? –pregunta enfadada –No es que me importe que te pase algo pero me estoy cansando de ese tonito pedante que estás usando.
-¿A mí? ¿Por qué iba a pasarme algo? No es como si me importase que fueses hablando de la vez que estuvimos juntos…
-¿Cuándo he hablado yo de eso? –ahora sí que está confusa de verdad.
-Cuando hablabais sobre la virginidad de Ashley –la rubia pone cara de concentración máxima, y, de repente, suelta una carcajada.
-Era una broma, sabíamos que estabais escuchando –ríe quitándose las lágrimas de los ojos –No puedo creerme que estés enfadado por eso.
  Eric no parece del todo convencido. Sarah lo mira muy seria. Suspira y se dispone a soltar todo lo que lleva dentro.
-No tienes derecho a enfadarte por nada, Eric. No fui yo la que dejó de llamarte… No soy yo la que tiene el corazón de hielo… -sin nada más que decir, se da la vuelta, dispuesta a salir de aquel lugar que, realmente, no es el suyo.
-Sarah… -la rubia se detiene pero no se da la vuelta –De verdad que lo siento… Me gustaría poder decirte por qué no podemos estar…
-¿Juntos? –ahora sí que lo enfrenta, con los ojos relampagueando de furia -¿Quieres saber por qué no podemos estar juntos? Yo voy a decírtelo. No podemos estar juntos  porque no confío en ti… porque no me gustas… y porque nunca jamás en la vida, volvería a cometer el mismo error dos veces.
  Eric queda en shock viendo como su amiga sale de la biblioteca como alma que lleva el diablo, levantando las quejas de la vieja bibliotecaria. Suspira con cansancio y apoya la espalda en una de las columnas. Y ahora, ¿cómo soluciona esto?

-Señorita Osment, espere un momento.
  Alice se vuelve en el pasillo. Mira aterrada como la profesora de matemáticas avanza hacia ella con paso seguro.
-¿Ocurre algo profesora? –pregunta con miedo.
-Así es señorita Osment –contesta seria- Acompáñeme a mi despacho.
  La pequeña rubia sigue cabizbaja a su profesora. El despacho no pilla lejos pero, aun así, no se libra de las miradas curiosas de todos los que se cruzan en su camino. La mujer abre una puerta.
-Pase –ordena autoritaria.
  Alice obedece sin rechistar.
-Siéntese –vuelve a ordenar.
  Hay dos sillas frente al escritorio. Escoge la más cercana a ella y mira a su alrededor. Es una habitación pequeña, llena de estanterías. Lee algunos títulos al azar y hace una mueca. Todos sobre matemáticas. No es la asignatura que más le gusta. El despacho tenía un toque antiguo muy característico de su profesora.
-Bien señorita Osment, supongo que se estará preguntando qué ocurre –empieza- Necesito que espere un poco más. Debemos esperar a alguien. Mientras tanto, ¿le apetece una taza de té?
-Esto… vale, gracias –la chica coge la taza que le tienden con la mano temblorosa. La mujer parece notarlo porque sonríe tranquilizadora.
  Cuando parece que va a decir algo, unos golpes en la puerta la distraen. Sin embargo, sonríe.
-Adelante.
  Un muchacho entra en el despacho con paso firme. Alice levanta la vista un momento y vuelve a bajarla, poco interesada. Inmediatamente, vuelve a levantarla y mira al chico.
-¡Drake! –la profesora le lanza una mirada incriminatoria. Rectifica tan aprisa como puede- Digo, señor Smith, digo… profesor Smith… señor…
  Roja como un tomate se apresura a bajar la vista al suelo otra vez. Segunda metedura de pata con él dese que llegó a Noshville. Desde luego, está sembrada este año.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Capítulo 11


-Mira, mira –un chico codea a su amigo mientras señala a alguien con la cabeza -¿Ves a esa tía? Es de la que te hablé en vacaciones… Sarah Andrush… “la princesa de hielo”.
-¿De qué habláis vosotros? –pregunta un tercer chico.
-De “la princesa de hielo” –contestan ambos.
-Nunca he entendido ese mote…
-Es porque nadie consigue enamorarla… Más que eso, nunca le ha gustado tanto un chico como para tener novio. Todo el que ha salido con ella, no ha durado más de una semana. Y todos cuentan que es muy fría… no se comporta como una adolescente normal… Es como si pasara de ellos…
-¿En serio? –pregunta su compañero.
-Ya te digo. Y por lo visto la tía besa que no veas… y lo que no es besar, ya me entiendes –guiña un ojo.
-¿Se tira a tíos con los que sólo dura una semana? –pregunta incrédulo.
-Claro hombre y todos  se quedan con las ganas de repetir. Pero ella no lo permite –explica.
-Pues tiene a muchos tíos detrás para haberse tirado a tantos…
-No son tantos, hombre, ella es muy exclusiva –le confía.
Sarah sonríe para sí. Ha escuchado toda la conversación. Es increíble cómo exageran las lenguas… ¿Ella tirarse a sus novios? Ni siquiera les ha permitido que la toquen… A diferencia de lo que podría pasarle a otras no le molestan para nada esas historias que cuentan. Le encantaba cómo la miraban todos los tíos, una mezcla de admiración y deseo. Pero, ¿quedarse con uno? No, que va, ella no cometería el mismo error de su madre. Bastante tuvo con ver cómo ella iba marchitándose poco a poco en una relación enfermiza como para cometer el mismo error, como sus dos hermanas. Nora embarazada y enamorada con una colegiala. Ashley una romántica, soñadora, de esas que creen en los cuentos de hadas. Resopla para quitarse el flequillo de la cara. Que boberías. Sólo una vez en sus casi 18 años, se permitió levantar sus barreras con un chico. Eric. Mueve la cabeza con fuerza. Ya estaba harta de pensar en él. Creía que ya tenía claro lo que había pasado. Eric es el mejor amigo de su primo y, como tal, la trata como si fuesen familia. Estaba claro. Había bajado sus defensas con él porque es como estar con su primo. Por eso.
Contenta con su propia deducción, continúa mirando su móvil. Lleva ya diez minutos esperando a Ashley. Al final ni las suplicas de sus amigas ni los enfados de Danni habían conseguido persuadirla de no salir con Matt. Es una chica testaruda donde las haya.
-¿Qué miras? –preguntan por detrás. Pega un respingo por la sorpresa.
-¿No sabes que es de mala educación asustar a los demás? – a pesar del susto inicial sonríe al encontrarse con una chica muy parecida a ella.
-Me lo han comentado pero, no suelo hacer caso –la coge del brazo y echan a andar –Y ya que no me lo preguntas, me ha ido muy bien.
-¿Por qué has tardado tanto?
-Oh, Sarah, gracias por tu interés, me lo he pasado genial, ha sido todo muy romántico, Matt es mejor de lo que me esperaba –habla con ironía mientras rueda los ojos.
-No estoy de broma –suspira – Vale, vale, cuéntamelo todo.
-Ahora no quiero –le saca la lengua –Vas a tener que esperar a que veamos a las demás porque no quiero contar las cosas veinte veces. Esta noche lo cuento.
-Pero, no te ha hecho nada, ¿no?
-Sari, lo que dice Danni es una tontería, no es más que un rumor estúpido –se queja.
-Bueno yo sólo lo digo por si acaso –se defiende.
-¿Sabes qué he oído viniendo hacia aquí? Había tres o cuatro chicos hablando sobre la “princesa de hielo”… ¿Este año también Sarah? ¿No crees que deberías centrarte un poco?
-Estoy buscando a mi príncipe azul –ironiza –Ash, despierta y mira el mundo, no necesitamos a nadie para pasarlo bien.
-Eso lo sé pero mejor si encuentras a la persona que te haga tener mariposas en el estómago, ¿no?
-No tienes remedio, paso de hablar contigo de ese tema –ríe.
Llegan a la puerta de la biblioteca, cruzándose con Danni y Eric que están saliendo. El rubio choca la mano con su amiga. Las miradas de Eric y Sarah se cruzan. Ella la desvía rápidamente y se maldice interiormente por el sonrojo que acaba de cubrir sus mejillas. Eric en cambio continúa mirando cómo se va. Hasta que algo lo saca de sus pensamientos.
-Eh, capullo –Danni le da una colleja -¿Qué miras?
-¡Au! Qué burro eres –se queja.
-¿Mirabas a Sarah? –pregunta con voz pícara- Ni lo pienses Romeo, me han contado que ya vuelve a las andadas.
-Nunca he creído en rumores y lo sabes –le recuerda –Además, no tengo intención de hacer nada con ella.
-¿Entonces qué mirabas? –pregunta curioso.
-Sólo me he quedado pensando y se ha cruzado en mi camino –explica.
-Ya, claro, y quieres que me crea que no te has fijado en esos pedazos de vaqueros que lleva que se le marca hasta el…
-¡Danni! –le pega una colleja a su amigo -¡No hables así!
-¿Y por qué te molesta? Si total, ahora que ha dejado de ser virgen, pasará al siguiente nivel con su próximo “novio” –razona.
-¿Tú crees?
-Pues claro, estoy convencidísimo. ¿Qué pensabas? ¿Qué sólo lo iba a hacer una vez en la vida? En cuanto se le presente la ocasión, chaval, y no te creas que no hay tíos en este internado dispuestos a hacerles un favor… ¡au! ¡Deja de pegarme! –se queja.
Eric vuelve a perderse en sus pensamientos mientras su amigo sigue refunfuñando por el último golpe. ¿Qué le importaría a él si Sarah decide acostarse con otro tío? Al fin y al cabo, fue él el que salió corriendo… Pero fue por una muy buena razón aunque no pueda decírselo. Ella no podría comprenderlo. Ni ella ni nadie. Sólo sus amigos saben lo que ocurre… Pero no podría hacerle eso a una chica… Y mucho menos a Sarah.